La caridad bien entendida comienza por uno mismo



Desde luego, hay que apreciarse a sí mismo. Eso es indudable. La autoestima es necesaria. Pero, diantre, dejando un hueco en el corazón para los demás, ¿no?
Porque esta frase fue forjada y se utiliza indefectiblemente como excusa para negar la caridad a un semejante. Te lo debería dar a ti, por solidaridad, porque lo necesitas, porque me lo pides, porque quiero y puedo ayudarte, pero... ¿sabes una cosa?: primero estoy yo. Y además estoy siendo caritativo, por supuesto, nadie puede acusarme de lo contrario, pero lo soy conmigo mismo. Porque yo también lo necesito. Y si me pongo a pensarlo, muchísimo más que tú.
Es difícil rebatir argumentos tan cínicos. Tan retorcidos. Ante una respuesta así, el necesitado no puede por menos que quedarse perplejo.
Es también la frase de un conservador en el sentido más primigenio y literal del término: aquel que, en contraposición al liberal, se oponía a la apertura de fronteras, al intercambio comercial entre naciones. Es el que grita: ¡Santiago y cierra España! Hay tantas cosas que hacer en este país, hay tanto que arreglar de uno mismo, que no necesito que me vengan con problemas de fuera, o con solidaridades trasnochadas. Que cada perro se lama su propio cipote.
Iribarren[1] dice que, aunque se conocía ya de mucho antes (en latín es: prima charitas incipit ab ego), el que popularizó esta frase fue el dramaturgo francés Adriano de Montluc en una obra escrita en 1663, utilizándola contra los jesuitas, a los que se atribuía tenerla como principio. Resulta bastante coherente. También aporta otra variación del refrán, mucho más dura si cabe; aunque, de todas formas, el añadido casi está implícito en el original. Es ésta: La caridad bien entendida comienza por uno mismo... y no pasa de ahí.
Naturalmente, como casi todos los refranes, también éste podría contener un pensamiento noble y generoso, una intención verdaderamente estimulante como trabajo terapéutico personal. Está semioculta en sus palabras, de manera que, en cierto modo, lo hace sonar bien. Se trata de la idea de que hay que ser caritativo con uno mismo. O tal vez, para evitar la confusión que el refrán pretende, misericordioso. Lo que en el refrán niega este sentido es el verbo ‘comienza’. Porque contrapone dos posibilidades que en modo alguno deben estar asociadas en el espacio y el tiempo: se puede ser misericordioso con uno mismo, con las propios defectos e, independientemente, con los demás. Unir ambas acepciones de un modo tan tramposo da como resultado una de esas tremendas frases de “doble coacción” o “doble vínculo” que tan magníficamente analizó Ronald Laing, el impulsor de la antipsiquiatría, y que él halló, como constante, en el origen familiar de la esquizofrenia. Es imposible rebatirlas porque contienen, emocionalmente, dos ideas que se niegan una a otra de forma enmascarada. Luego, la coletilla “bien entendida” (que no es estrictamente necesaria), le añade a la frase ese toque de suficiencia y de profunda sabiduría tan falaz.
¿Es realmente necesario acordarse del perdón y la misericordia que uno se debe a sí mismo (de la autoestima, en términos psicológicos) cuando aparece la oportunidad o la necesidad de ayudar al que tienes delante? Eso se llama en mi tierra hipocresía. Es decir, según el Diccionario de la RAE: ‘Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan’.
El genial Bergamín trastoca el refrán, lo descabala, sin añadir ni un solo elemento conceptual nuevo, para decir:
La verdadera caridad nunca es bien entendida.
                         “La cabeza a pájaros”, 1925-30

Refranes equivalentes:
Antes son mis dientes que mis parientes.
Cada santo pide por su ermita.


Antirrefrán: “La caridad comienza por entender bien a los demás”

(Grabado: A. B. Mäkelä)



[1] Obra citada

2 comentarios:

  1. Por supuesto que la caridad bien entendida comienza por uno mismo, no es una escusa para no dar caridad, es la razón para dar caridad y poder seguir dándola. Si un médico por "caridad" no se protege contra algo como el covid-19 y entrega su material protector será él quien caiga enfermo y no podrá ayudar a otros enfermos. La caridad además no es dar, es enseñar, si alguien no tiene, no es caridad darle pan, es enseñarle a cultivar el trigo. Darle pan es hacerle dependiente de la caridad y mantenerlo siempre bajo el control del que da la falsa caridad y eso es lo que hacen los gobiernos socialistas y comunistas. Mantener a la población apesebrada a la espera de recibir la falsa caridad de las migajas que los gobernantes socialistas y comunistas dejan para el pueblo.

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  2. Gracias por el comentario.
    Pero es el uso del refrán lo que critico, no lo que afirma el refrán. Lo que afirma es tan evidente, que uno tiene que cuidarse a sí mismo (y está claro que yo lo creo también, incluido tu ejemplo tan demagógico y de tan rabiosa actualidad del médico y el coronavirus), que no veo porqué tiene que haber un refrán que lo deje grabado en mármol. Es tan evidente y todo el mundo lo comprende tan nítidamente, que el tener que citar la frasecita de marras hace sospechar que en realidad va a servir de excusa y justificación para abstenerse de dar nada.
    Por otra parte, tampoco yo estoy emocionadísimo con el concepto de 'caridad', al menos tal y como se entiende hoy, alejado de la idea de 'cor-coris' (corazón) y de 'cariño', a pesar de que, desde hace mucho forma parte de una sabia triada, en compañía de la fe y de la esperanza (tres virtudes en femenino que habría que ver más desde el lado místico que religioso).

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