Coge buena fama y échate a dormir



El refranero, la omnisciente y supuesta “sabiduría popular”, siempre ha dado por hecho la existencia de una ley universal que dicta que es de sabios no dar ni un palo al agua. Según ella, la naturaleza humana está dominada por la pereza, y la molicie es una especie de estado edénico, paradigma de la felicidad, que solo el rico o el astuto pueden alcanzar. Este proverbio es un buen ejemplo de ello. Evidentemente, dicha ley no puede ceñirse tan solo a la simple pereza física, obvia aquí por la presencia del verbo ‘dormir’ como máximo objetivo a lograr, sino que, lo que es más grave, se extiende a la pereza moral. A la desidia.
Partiendo de tal premisa, el refrán explica cómo conseguir dicho premio: engañando a los demás. Consiguiendo que crean que eres competente, laborioso, inteligente, obediente... en fin, lo que sea preciso en cada caso para lograr esa recomendable buena fama. Bueno, puede que no poseas la sagacidad de aparentar aquello de lo que careces, que ya sería miel sobre hojuelas: entonces, desgraciadamente tendrás que trabajar algo al principio, esforzarte de verdad, pero con el único objetivo de no tener que volver a currar más.
Se supone, pues, que toda actividad humana es por definición cansina, aburrida, perniciosa y vana. El trabajo es una maldición. Y el interés por lograr algo que suponga el más mínimo esfuerzo, aunque sea por propia elección, una vulgar estupidez.
De esta forma, como nos muestran los anuncios, se supone que el sueño de todo ciudadano/a es vivir para siempre instalado en una tumbona en una playa del Caribe, con un vaso de piña colada en una mano y una revista del corazón/deportiva en la otra. No puedo imaginarme un infierno más inhumano, si la situación dura más de quince minutos.
Pero adentrémonos en su contenido. Aunque es claramente un consejo, utilizado como invectiva, como acusación, el refrán resulta interesante. Pone de relieve un método para no dar ni golpe demasiado usual en diferentes y variados negociados.
A pesar de que, como hace un montón de años, decía ya una mente crítica:

Iten, se destierra por ocioso el [refrán] cobra buena fama y échate a dormir, pues ya, aun antes de cobrarla, se echan a dormir todos.
Baltasar Gracián. “El Criticón”, 1657


Incluimos una ampliación del refrán que lo refuerza y lo complementa, con su sabrosa explicación pedagógica:
Coge buena fama y échate a dormir; cógela mala y échate a morir. Refrán que da a entender lo necesario que es al hombre el acreditarse desde los principios en cualquiera carrera, profesión u oficio que elija, porque la misma fama le dará de comer, así como el descrédito se lo quitará, aun en medio de su saber.
José González Seijas. “Catón metódico de los niños”, 1885

¿Qué significará ese elegante ‘acreditarse’, que te permitirá comer por sí solo? Hay grandes dosis de cinismo en todo esto, que lógicamente, el niño debe aprender desde pequeñito.
Otras variantes, a cual más insidiosa:
—Kobra buena fama, i échate a dormir; kóbrala mala, i no la perderás.
—Kobra buena fama, i échate a dormir; i mira no te duermas, porke no la pierdas.
—Kobra buena fama, i échate a dormir para perderla.
—¿Kobraste mala fama? Trabaxa i afana por kitarla. 
Gonzalo Correas. “Vocabulario de refranes y frases proverbiales”, 1627

Antirrefrán: “Coge buena cama y échate a dormir”


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